La Ciudad de México está llena de leyendas urbanas y grandes misterios. Como toda gran metrópoli, los lugares embrujados están por toda la CDMX. Si tu corazón es fuerte y adoras las experiencias paranormales, esta nota es para ti
Los mitos y leyendas urbanas son una de los grandes atractivos en la Ciudad de México. A muchas personas, en especial los chilangos, les encanta recorrer las calles de nuestra capital en búsqueda de lugares embrujados, historias de terror y experiencias pananormales.
Creas o no en la existencia de fantasmas, seres paranormales o entes de otro mundo; la verdad es que los sitios que te presentamos a continuación guardan historias de terror no aptas para cualquiera.

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Los sitios embrujados que esconde la Ciudad de México
Los sitios embrujados pueden estar donde menos te lo esperas. Tal vez ya has estado en uno y no te diste cuenta. Las historias que rodean a estos lugares pueden ser diferentes dependiendo de quien la cuente pero una cosa es segura, todas te provocarán miedo.
Piedra encantada (Tlalpan)
Al sur de la ciudad, en Tlalpan, se encuentra el bosque Fuentes Brotantes. Este bello sitio, que incluso tiene un pequeño lago, esconde historias de terror y mitos. De acuerdo a lo que cuenta la gente, aquí se han realizado exorcismos y se aparece la famosa “Llorona”, pero los más terrible es la piedra encantada que se “traga” a las a las personas.

La calle de la Quemada (Cuauhtémoc)
Por alguna razón, la mayor parte de los lugares y sitios embrujados están en el centro de la CDMX. esta leyenda nos cuenta la historia de una mujer de incomparable belleza y que vivió en el siglo XVI. La hermosa joven atrajo la atención de un marqués italiano, que pronto se convirtió en su loco pretendiente. Aquel hombre no soportaba que otros hombres también cortejaran a su preciosa mujer.

Sus celos enfermizos lo convirtieron en un asesino y uno a uno fue eliminando a su competencia. Para parar la ola de muerte, la mujer decidió prenderse fuego para alejar al malvado prospecto. Así nació la historia de “La Quemada”. Se dice que su fantasma aparece en la calle donde vivía, actualmente conocida como Jesús María, en el centro de la ciudad.
Cañitas (Miguel Hidalgo)
Antes de que se la pasara envuelto en escándalos y peleas que dan bastante pena y risa, Carlos Trejo se hizo famoso en los 90 con su novela de terror “Cañitas”. Todo el terror se desató por jugar a la ouija en su casa.

En esta casa ubicada en la delegación Miguel Hidalgo, supuestamente un grupo de jóvenes fueron acosados por un ente oscuro que vivió en el monasterio construido en esa zona. Hasta ahora la historia de Cañitas no ha sido comprobada pero la casa sigue siendo un misterio. Actualmente no está abierta al público.
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Hospital Juárez (Cuauhtémoc)
Esta historia es de las famosas de la CDMX. Para muchos los hospitales son sitios terroríficos donde la muerte siempre está rondando. El Hospital Juárez es famoso gracias a la leyenda de de la enfermera, Eulalia, mejor conocida como “La Planchada”.

La historia dice Eulalia se le aparece a los enfermos terminales para darles su medicamento, revisar sus signos y darles aliento para que sigan adelante. Lo que toda enfermera ejemplar haría, solo que el detalle es que su vestimenta no corresponde a la época y nadie ha logrado encontrar rastro de su su registro en el hospital.
La Isla de las Muñecas (Xochimilco)
Un sito embrujado imperdible en la CDMX. Seas fan o no de las historias de terror, esta isla macabra oculta en las aguas de los canales de Xochimilco es un lugar que debes visitar.
Decenas de muñecas viejas habitan en este tétrico lugar. Este fue el hogar de Don Julián Santana Barrera, un temerario hombre que durante más de 25 años se dedicó a recolectar estos juguetes para colgarlos de los árboles de su casa.

La leyenda cuenta que desde el día que Don Julián encontró el cadáver de una niña ahogada por culpa de los lirios que crecen en los canales, el fantasma de la pequeña comenzó a atormentarlo.
Desesperado por los lamentos y gritos que el espíritu de la niña hacía por las noches, Don Julián Santana decidió decorar su chinampa con muñecas para detener y ahuyentar al entre sobrenatural.
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La casa de la Tía Toña (Cuauhtémoc)
Los mejores lugares embrujados se encuentran ocultos en lugares muy concurridos. Este es el caso de “La Casa de la Tía Toña”, ubicada en el corazón del Bosque de Chapultepec. Se dice que en esta misteriosa y lúgubre casa habita el espectro de una mujer que defiende y ataca a quienes osan acercarse a la propiedad.

Ubicada cerca del Panteón de Dolores en Avenida Constituyentes, esta casa abandonada fue el hogar de la “Tía Toña”, una mujer muy rica pero sin familia que convirtió su morada en un albergue para niños sin hogar.
Su buen acción no fue suficiente para los niños, que la enloquecía con sus travesuras. Las bromas se convirtieron en tragedia cuando la mujer comenzó a matarlos a golpes y ocultar sus cuerpos en la casa. Ten cuidado en acercarte, por que su presencia siempre está al acecho de quienes se atrevan a pisar su propiedad.
Casa de Don Juan (Cuauhtémoc)
Si es de noche y andas cerca del número 90 de la calle República de Uruguay, mejor ten mucho cuidado. Ubicada en la colonia Centro de la capital, se encuentra una vieja casona donde vivió Don Juan Manuel, un burgués del México antiguo.
A pesar de estar casado con una hermosa mujer, su felicidad estaba incompleta por que la pareja no podía concebir un hijo. Este fracaso lo llevó a incursionar en un convento católico, dejando a uno de sus sobrinos al frente de sus negocios.

Durante su ausencia, Don Juan se obsesionó con la idea de que su esposa le era infiel y enfermó de celos. Su desesperación por saber la verdad lo llevó a pactar con el Diablo. Para descubrir la verdad, tenía que abandonar el convento todos los días para matar con un puñal al primer hombre que encontrará afuera de su casa a las 11:00 de la noche.
Después de asesinar a dos inocentes, la tercera noche se encontró con su sobrino, lo que hizo que se arrepintiera y confesará todo a la iglesia. Su sentencia fue rezar al pie de una horca donde días después fue encontrado muerto.
Desde ese día se dice que su alma ronda en esa calle en espera de algún desdichado a quien pregunta siempre la hora. Cuando recibe respuesta, los infortunados escuchan esta frase: “Dichoso aquél que conoce la hora de su muerte”.